XIV


La mente es ese algo remoto
Que al propio Maroto encanece
Al tirarse de la moto sin rece
Dejando por medio todo lo roto

Mi memoria de masón abarroto
Con un pensamiento que envejece
Pues de treinta y tres van veces trece
Que a veinte hombres justos los noto

Quedamos pocos cuando amanece
Las alas quebradas, el ser devoto
La espada quebrada… ¡Qué empiece!

El Infierno Azul me guarda, ofrece
Prisión de Conciencia sin alboroto
 Libertad absoluta que florece