XLV


Cuando la sal del mar se nos acabe
Y se alabe como es debido
El olvido del hombre renacido
Quizás la verdad no lo menoscabe

Cuando amar no sea algo que grabe
El alma humana cual un quejido
Lo dormido despertará diluido
En ese lugar sin sombra que trabe

Pues quiero escribir sin estar ido
Un verso pulcro que Dios me silabe
Y después… sonreír desvanecido

Y vivir… muy detrás, enmudecido
El curso de saber lo que se sabe
 Ignorando aquello pretendido